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Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

 

Esta advocación mariana es la patrona de los Padres Redentoristas y de Haití. El ícono original está en el altar mayor de la iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.

 

El ícono de la Virgen, pintado sobre madera, de 21 X 17 pulgadas, muestra a la Madre con el Niño Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Hoy la Virgen cuida de todos sus hijos que a ella acuden con plena confianza[1].

 

El origen del ícono es incierto, se estima que el cuadro fue pintado durante los siglos XIII o XIV y parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que, según la tradición, fue pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los turcos cuando tomaron la ciudad[2].

 

Se le atribuyen muchos milagros y es patrona de los financieros. Hay más de 20 institutos religiosos bajo su amparo y advocación.

 

Oración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

 

¡Santísima Virgen María, que pata inspirarme confianza has querido llamarte Madre del Perpetuo Socorro! Yo te suplico que me socorras en todo tiempo y en todo lugar; en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre todo, en el trance de la muerte. Concédeme ¡oh amorosa Madre!, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a ti; porque  estoy seguro que si soy fiel al invocarte, tú serás fiel en socorrerme. Alcánzame pues la gracia de acudir a ti sin cesar con la confianza de un hijo, a fin de obtener tu perpetuo socorro y la perseverancia final. Bendíceme y ruega por mi ahora y en la hora de mi muerte. Amén[3].

 

 

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